A CONTRACORRIENTE

Puede sonar como el título de un disco de un grupo cualquiera de pop-rock en la España actual, como una historia de amor entre dos jóvenes de diferente religión, raza o cultura, como un salmón 'calamariense' siguiendo el curso de una vida llena de obstáculos para lograr desovar en el mismo lugar que sus antecesores o como un equipo de 'once y más' que, para ser miembros de un grupo de colores azulgrana, deben seguir la tónica histórica sufridora para vivir intranquilamente un final de campaña que se debe decidir en la última semana.

Un guiño del destino, creo yo. De viaje a la Capital Mundial del cierzo, un servidor no se enteró del resultado final del partido hasta las 22.30 horas, sin nervios, sabedor de que la tranquilidad que se vivía en los bares por los que pasaba de camino a casa se debían a que aún no estaba todo decidido. Una escoba que barría sin prisa las baldosas grises de un bar del centro, una tele con La Sexta emitiendo una película, un camarero que acariciaba con un trapo las finas paredes de una cafetera que había respondido gratamente en una jornada de un domingo raro, donde la lluvia compartía protagonismo con el sol, donde la resaca de un derbi regional había quedado olvidada al observar que un equipo que tenía el título en bandeja, dejó pasar el primer tren a un minuto del fin del encuentro. Un guiño del destino.

El Barça no podía cantar el alirón sin que yo lo viviese. No podía. No rezé pero deseé que no hubiese ganado aún la Liga. Quedan tres partidos...¿por qué ya? Además, con la resaca de la celebración liguera...¿Quién habría preparado el final de Copa?
Yo veo bien que no se haya ganado matemáticamente aún la Liga, ya que ahora el Barça debe centrarse plenamente en el partido del miércoles ante el Athletic, sin Iniesta y ante un tradicional español que lleva preparando el choque un mes entero.

SUERTE BARÇA.